HISTORIA

DESCUBRE EL PALACIO

HISTORIA

Es un edificio de tres plantas, enclavado en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) que conserva algunos elementos del período almorávide. Todo el conjunto es modificado y ampliado a lo largo de los siglos. En la actualidad, y por expreso deseo de doña Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, XXI duquesa de Medina Sidonia, forma parte del patrimonio histórico artístico de la Fundación Casa de Medina Sidonia.

Desde el punto de vista arquitectónico, el Palacio está formado por una serie de edificios de diversas épocas, que se fueron agregando a partir del núcleo primitivo hispano-musulmán del siglo XII del que se conservan arquerías, una amplia sala y dos puertas.

A partir del siglo XV se añadieron varios casas que, con oportunas modificaciones, fueron llamadas «Palacio Nuevo». Posteriormente, en el silgo XVI, se creó el jardín-bosque de acantos, sobre lo que fuera la antigua barranca de Sanlúcar, y sobre la que descansa el muro de contención del Palacio.

A partir del siglo XV se añadieron varios casas que, con oportunas modificaciones, fueron llamadas «Palacio Nuevo». Posteriormente, en el silgo XVI, se creó el jardín-bosque de acantos, sobre lo que fuera la antigua barranca de Sanlúcar, y sobre la que descansa el muro de contención del Palacio.

 La parte alta del jardín está ocupada por unos jardincillos típicamente andaluces, en los que no faltan las palmeras, naranjos ni los nísperos, existiendo en 1563 una noria, hoy desaparecida, no así el aljibe, construido en 1565.

Si bien en 1409 el II Conde de Niebla tiene su vivienda sanluqueña en el «Alcázar», y su hijo, el I Duque de Medina Sidonia residió en las «casas nuevas» del Palacio, no sería hasta el año 1517 cuando el V Duque de Medina Sidonia trasladaría definitivamente su residencia principal a Sanlúcar, iniciándose las primeras obras de embellecimiento en 1524, con la elaboración del artesonado del Salón de los Mármoles, hoy llamado de Columnas, continuándose hasta 1639-1640 con la construcción del Salón de Embajadores, realizado a petición del IX duque, don Gaspar de Guzmán, con motivo del recibimiento de su segunda esposa, doña Juana Fernández de Córdoba, cuyas iniciales figuran en el artesonado.

Incorporada Sanlúcar a la Corona en 1645, el palacio pasó a ser residencia del Gobernador de la ciudad, que lo comparte con la contaduría del Duque. En adelante solamente se harán las obras más indispensables de consolidación y mantenimiento. En 1711 se devuelve a los Guzmanes los bienes sanluqueños, entre ellos el palacio donde fijarán su residencia. A partir de este momento se introdujeron nuevas modificaciones, hasta llegar al siglo XX, donde el duque don Joaquín Álvarez de Toledo lo convertiría en su residencia en España. Casado en 1931 con Carmen Maura Herrera, los duques se instalan en Sanlúcar, trasladándose a Portugal tras el alzamiento de 1936, donde el palacio sería ocupado por la Falange hasta su desalojo en el año 1939.

En 1955 fallece don Joaquín, teniendo concertada la venta del edificio, que no se realizó por renuncia de su hija, la XXI duquesa de Medina Sidonia, Luisa Isabel Álvarez de Toledo, quien compró la mitad del palacio a sus tíos, emprendiendo la restauración del edificio hasta llegar a nuestros días, procurando restablecer el primitivo aspecto del Palacio.

La extensión total de la finca, incluidos los jardines, es de 14.850 metros cuadrados. Fue declarado, por expreso de deseo de doña Luisa Isabel, Monumento BIC con cuantas obras de arte, archivos y bibliotecas contiene, por Real Decreto Ley de 1978. Desde el año 1990 pertenece a la Fundación Casa de Medina Sidonia, encargada de mantener el conjunto y difundir su acervo cultural para que sirva al conjunto de la sociedad.

El Palacio abierto a las visitas, contiene un extenso patrimonio mobiliario, pictórico y escultórico, distribuido por los diversos salones y estancias. Es de destacar la colección de bargueños y la serie de los tapices de la Casa Montalto, así como cuadros de Luis de Morales, Caballero de Arpino, Juan de Roelas, o Vicente López.

ESCUDO DE ARMAS
del linaje pérez de guzmán
DUQUES DE MEDINA SIDONIA

AGFCMS, fondo Medina Sidonia, leg. 4315. S. XVIII. Escudo de la Casa Medina Sidonia.

El blasón de la Casa de Medina Sidonia se funda en los elementos morales que configuran el ideal aristocrático como es el del valor, el linaje, la defensa del rey y la patria. Los sucesores no dudarían en incorporar a su discurso todos los símbolos referenciales, que hunden sus raíces en las hazañas, tanto verídicas como míticas de don Alonso Pérez de Guzmán El Bueno (1).

En la cimera aparece Guzmán el Bueno, fundador de la casa, tirando su puñal al infante don Juan, aliado de Aben Jacob en la guerra contra su hermano el rey Sancho IV. Arma con la que mataron a su hijo, Pedro, por no abrir al enemigo las puertas de la villa de Tarifa de la que era alcaide (2).

El escudo está flanqueado por las dos Columnas de Hércules, puestas en el Estrecho de Gibraltar, abrazando las dos orillas, y que actúan de tenantes del mismo, señalando los límites del mundo conocido el lema Non Plus Ultra. La parte central la ocupan las armas del linaje, formadas por las dos calderas, gringoladas de siete serpientes en sinople cada una, puestas al palo. Alrededor lleva las armas de la Casa de Castilla y León (3), a su pie aparece el dragón, o sierpe (4), cubriendo el conjunto la corona ducal, que se incorpora a las armas en 1445, rodeando el conjunto el toisón de oro (5).
Corona todo el discurso simbólico los atunes que surgen desde las frías aguas del atlántico para adentrarse en el Estrecho, donde quedarán atrapados en las redes de la almadraba, proporcionando prestigio, riqueza y poder a los descendientes de la noble casa.

(1) Antonio Moreno Dorado, Fuegos Artificiales en Doñana para Felipe IV y Olivares. Guzmán el Bueno y la Sierpe de Fez. En torno al ideal ético y el repertorio estético de la casa de Medina Sidonia, Sanlúcar de Barrameda, Edit. Cartare nº 5, 2015.

Se recomienda la lectura de este trabajo que profundiza en el origen de la simbología empleado por los descendientes de Alonso Pérez de Guzmán El Bueno y su contexto histórico.

 

(2) En 1294 tiene lugar la defensa de Tarifa por parte de Alonso Pérez de Guzmán, asediada por las huestes del Infante don Juan, aliado de Aben Jacob en la guerra contra el rey Sancho IV. En estos momentos el hermano del rey cristiano tenía en su poder al hijo del Guzmán, a cambio de su vida pidieron la entrega de la villa de Tarifa, a lo que el noble se negó, arrojando su puñal desde lo alto de las almenas del castillo. Sacrificio que fue recompensado con la obtención de la villa de Sanlúcar de Barrameda en 1297.

 

(3)  Juan Alonso de Guzmán, IV Señor de Sanlucar, incorporó las armas de Castilla y León al blasón de la casa por su matrimonio con doña Beatriz de Castilla, hija de Enrique II y de doña Beatriz de Exerica.

 

(4) Símbolo de fortaleza y valentía, el dragón representa la lucha del noble contra la adversidad sufrida durante su estancia en la corte del rey de Marruecos Aben Jacob, y su triunfo contra las fuerzas del mal, representadas por una serpiente que aterrorizaba a los viajeros en el camino de Fez

 

 (5) El VII duque de Medina Sidonia, Alonso Pérez de Guzmán, en recompensa por los servicios prestados a la corona, es nombrado en el año 1581 Caballero de la Orden del Toisón de Oro y Capitán General de Lombardía. A partir de este momento el collar pasa a formar parte del escudo de la Casa Medina Sidonia.

EL PILAR DEL PROYECTO

DOÑA LUISA ISABEL ÁLVAREZ

Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, nació en Estoril (Portugal) el 18 de agosto de 1936.. Hija de Joaquín Álvarez de Toledo, XX Duque de Medina Sidonia, y de Carmen Maura Herrera, nieta de don Antonio Maura e hija de Gabriel Maura Gamazo. En 1938 pasó a residir, junto a sus padres, a Sanlúcar de Barrameda, donde permanecería hasta el año 1945.

En 1956 se hace cargo del archivo familiar, que en estos momentos se encontraba depositado en un guardamueble en Madrid, y lo traslada a Sanlúcar de Barrameda, donde quedaría definitivamente instalado en el año 1960. A partir de este momento inicia la organización y catalogación de los documentos que se hallaban desordenados y sin clasificar. Labor que quedaría plasmada en los diecinueve catálogos que están a disposición de los investigadores, y que recogen y describen los contenidos de cada uno de los legajos.

De la importancia que tenían los archivos para ella a la hora de conocer nuestro pasado, nos dan cuenta estas palabras suyas: «El servicio que presta un archivo permite reconstruir los procesos del pasado, acercándonos a partes de una verdad, para así aprender de la historia, sin dejarnos confundir por fantasías, a menudo interesadas». 

Dedicó gran parte de su vida a rehabilitar y poner en valor el patrimonio de la Casa Medina Sidonia, hoy integrado en la Fundación por ella creada en 1990. Fue su deseo que esta institución se convirtiese en centro difusor de cultura, debiendo servir al hombre en su búsqueda de la verdad objetiva, que tiene por base el conocimiento del pasado, pues como bien señala en su Ideario: «las sociedades no pueden asumir lo nuevo, partiendo del vacío».

Su labor como escritora y ensayista nos señala un discurso eminentemente social y crítico, donde los temas y personajes se confrontan en un mundo lleno de contradicciones. En cuanto a su quehacer como historiadora, nada le resulta más fácil que poner al descubierto los intersticios del discurso y los mecanismos en que se desarrolla el poder y sus efectos en la sociedad.

En el año 2007 el Gobierno de España le concedió la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, y al año siguiente fue nombrada Hija Predilecta de la provincia de Cádiz, galardón otorgado por la Diputación de Cádiz, que no pudo recoger personalmente, ya que falleció el 8 de marzo del 2008, doce días antes, en su querida ciudad de Sanlúcar de Barrameda, donde descansan sus restos.

Y sería en Sanlúcar, en sus calles y rincones, donde a través de los juegos con los niños del pueblo, la enfermería de su madre y la relación con los enfermos y pobres, que transitaban por la casa, donde conocería el arte de la supervivencia. En este ambiente contradictorio, donde la burguesía vivía a espaldas de los conflictos y las necesidades sociales, doña Isabel, acabó relacionando de modo implícito la injusticia, dolorosa e inquietante, que había en aquella sociedad.

Realidad que no dejaría de obsesionarle hasta el último momento de su vida. Por ello siempre buscó el antídoto en el conocimiento, lo que le haría decir en unos de sus escritos: “La constante de la historia es el fracaso. Y la causa que acompaña es la de la ignorancia. El remedio será la cultura y la adquisición de conocimientos”. “El bienestar no se conquista sin esfuerzo, ni de la noche a la mañana”.

En 1946 y tras fallecer su madre, sus abuelos se hicieron cargo de ella, teniéndose que marchar de Sanlúcar a Madrid. La muerte de su madre, la sumiría en un profundo dolor y abatimiento. Fue a ella, su madre a quien prometió que cuando fuese mayor se ocuparía del palacio y del archivo familiar, que por aquel entonces descansaba en un guarda mueble de Madrid.

Bajo la tutela de su abuelo materno, don Gabriel Maura Gamazo, miembro de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia Española, sintió una vocación por la literatura y la ciencia histórica, abordando sus primeros compromisos literarios y trabajos de historia. En este contexto se fue desarrollando su moral y ética, que a nuestro modo de ver, fueron decisivos a la hora de emprender futuros compromisos ideológicos.

El 11 de diciembre de 1955 muere su padre, don Joaquín Álvarez de Toledo y doña Isabel decide hacerse cargo del archivo histórico y de la casa familiar de Sanlúcar de Barrameda. Este mismo año el día 16 de julio, decide casarse en Mortera (Cantabria) con don Leoncio González de Gregorio, matrimonio del que nacieron tres hijos, don Leoncio Alonso González de Gregorio y Álvarez de Toledo, XXII duque de Medina Sidonia, doña Pilar González de Gregorio y Álvarez de Toledo, duquesa de Fernandina y Gabriel González de Gregorio y Álvarez de Toledo.

 

A partir de este momento comienza un periodo centrado en la reconstrucción del entorno material, que décadas después formaría la Fundación Casa de Medina Sidonia. Su discurso acompañado de la acción, conllevó la conservación y difusión del archivo de la casa Medina Sidonia, para legarlo a las generaciones venideras, como instrumento de estudio.

Es en estos momentos cuando escribe su primera novela «La Huelga», reviviendo y denunciando el problema del campo andaluz en los años 60 y el caciquismo como instrumento de poder. La publicación de esta novela, junto con los artículos que aparecieron en la revista Sábado gráfico, denunciando la situación que se vivía en las cárceles españolas, concretamente en Ventas y Alcalá, provocaron que en 1970, el Tribunal de Orden Público emitiera otra sentencia condenatoria contra la duquesa, sin embargo, ella decidió antes exiliarse voluntariamente a Francia.

Años más tarde, confesaría que esta primera obra la escribió por la necesidad instintiva que sentía en denunciar la subordinación material e ideológica de los más desfavorecidos, pues entendía que el deber del intelectual era llamar la atención y dar soluciones a los abusos e injusticias que estaban sufriendo las clases sociales más bajas y desfavorecidas. 

En Francia, instaló en París, en una buhardilla de 15 metros cuadrados, cuyo único espacio de luz sería una ventana que daba a la Politécnique, por donde pasarían muchos de los que luego serían los primeros políticos democráticos de este país. Supuso una ruptura extrema con el bienestar económico, social y material, lo que contribuyó a que orientara toda su energía hacia el trabajo de la creación, reclamando a través de sus artículos y obras literarias la libertad de expresión.

     Esta actividad la llevó a viajar por toda Europa, sus análisis sobre la España contemporánea y el mundo, fueron acogidos en los foros democráticos de países como Inglaterra, Suecia, Bélgica, Suiza, Alemania, o Canadá. Actuaba en función a las exigencias propias de aquel momento. Había que denunciar la dictadura de Franco, para ello no dudó en aliarse con ideólogos marxistas, liberales o independientes. Sin embargo, jamás militó, como a ella gustaba decir, en ningún partido político. 

     “Yo tenía conciencia y derecho, me presentaba en contra de un sistema virtualmente injusto y corrupto. Era joven y creía que en este país se podía erradicar la corrupción. Por una serie de hechos, tuve que ir a la cárcel y después al exilio. Quien defiende sus ideas, algo le cuesta”.

En los últimos tiempos de este exilio, que a muchos de sus detractores, le gusta calificarlo como de “dorado”, empezó a ser considerada una desclasada. A este respecto solía decir: “todo ello no son más que prejuicios de aquéllos que consideran que el ser humano responde a una etiqueta, sea de índole económica o política. Y yo, lo que soy y he sido siempre ante todo es persona, dotada de un cerebro que me ha permitido pensar, analizar y observar. Por tanto, que cada uno piense lo que quiera, sea lo que sea, ello no me ha de impedir actuar según la conciencia y la razón me dicte”.

En estos años de duro combate ideológico con la oposición española, su preocupación básica consistía en lograr que en España, una vez muerto el dictador, se lograse implantar la Democracia, pero para ello se hacía necesario crear nuevas libertades, necesarias para combatir nuevas formas de dominación, impuestas por los llamados epígonos del franquismo. Ello le valió enemistarse con la clase política naciente, convencidos de que había que pactar, aunque fuese renunciando a muchos de los presupuestos éticos esgrimidos años antes. De este modo, y una vez más, rompía con el pensamiento oficial, enfrentándose desde la soledad a los principios políticos de un colectivo que no estaba dispuesto a cambiar sus proyectos personales, ni a renunciar a una vida pública que presagiaba ser prometedora.

En octubre del año 1976, gracias a los últimos decretos de amnistía concedidos pudo volver a España. Tampoco en esta ocasión fueron fáciles los comienzos, sobre todo teniendo en cuenta las contradicciones que encontró en el sistema de aquel momento, que distaba de responder a su ideal político.

En 1978, volvió a su casa en Sanlúcar y el archivo, que había quedado protegido durante su ausencia, fue trasladado a esta localidad gaditana. A instancias suyas, consiguió que el palacio de los Guzmanes, fuera declarado Bien de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura. Retomó la catalogación, iniciada antes de partir hacia el exilio. El dinero enviado para ir manteniendo el palacio se había diluido en otras cuestiones, que nada tenía que ver con la pretendida conservación. Todo ello, unido a conflictos personales y familiares, hizo que la “nueva vida” soñada y deseada se rompiese en mil pedazos. Esto provocó que durante bastante tiempo se alejase de la vida pública, encerrándose días y noches en su despacho, personalizando en exceso, a nuestro modo de ver, todo cuanto ocurría de puertas afuera, lo que le impidió aproximarse a los demás, ganándose la fama de mujer excéntrica e intratable.

A partir de los años 80, sacó a la luz nuevas publicaciones, centrando cada vez más su atención en el análisis histórico, con títulos como «Historia de una Conjura» o «Don Alonso Pérez de Guzmán, General de la Invencible», así como numerosos artículos para revistas de investigación y divulgación.

     A lo largo de los años 90 comienza a perfilarse un nuevo horizonte en el ámbito de la materialización de su proyecto vital, como fue la conservación del patrimonio cultural y material de Sanlúcar. En este esfuerzo permanente de alcanzar el equilibrio entre lo público y lo privado, creará la Fundación Casa de Medina Sidonia, pasando el palacio con todo lo que contiene incluyendo su archivo a ser propiedad de la misma. De este modo aseguraba desde el punto de vista institucional y jurídico, todo el patrimonio artístico y documental.

     La Fundación representó y representa la normalización entre la vinculación que debe existir entre lo público y lo privado, además de contemplar que los bienes que contiene son sumas de valores culturales que fijan las raíces de una sociedad, de un pueblo que se ve representado, vinculándose moral y afectivamente con el lugar. Con ello se da contestación a la dimensión social que debe tener este tipo de patrimonio, que Luisa Isabel Álvarez de Toledo siempre consideró que era de todos y como tal debía ser mantenido y conservado.

     Los que tuvimos la suerte de tratarla y compartir el día a día, así como la gente que venía a casa para conocerla o hablar con ella, guardamos un profundo cariño y respeto hacia lo que representó. Todos aquéllos que se acercaron a su persona desde la sinceridad pudieron comprobar su grandiosa bondad y su sabiduría, que supo transmitir con sencillez y humildad. 

     Hemos querido voluntariamente resaltar en esta somera aproximación a la figura de doña Luisa Isabel Álvarez de Toledo, una imagen desligada de vivencias personales o familiares, pues al volver la mirada al pasado, la observamos delante de su ordenador, dando formas a ideas y proyectos, que siempre tuvieron que ver con asuntos colectivos, enfocados a mejorar el mundo.

     Eligió la escritura como medio para llegar a los demás y se mantuvo hasta el final de sus días en la creencia de que el hombre es capaz de cambiar, de alejarse del imperio de dinero y de la ostentación. Quizá algún día ello sea una realidad, pero lo que sí es seguro que enseñanzas como las suyas harán que estemos algo más cerca de alcanzar este sueño.

     Desde la experiencia personal de los que la conocimos, podemos decir que fue un ser excepcionalmente sensible y frágil, con un sentido extremo de la honestidad e integridad personal, cualidades que hubiera querido encontrar en todas las personas.

SU LEGADO ESCRITO

OBRA ESCRITA

LA HUELGA

Con este relato, la autora iniciará la trilogía compuesta por La huelga, La base y La cacería, que la consagran como escritora en países como Francia, Suecia y EE.UU, siendo su publicación prohibida en España. Tras su aparición, la autora fue condenada por delitos de expresión e injurias alJefe del Estado. Todo comenzó una mañana cuando Juan despertó, encontrnándose con la dura realidad de una tierra dura y bella a la vez, llena de contradicciones e injusticias, que le llevarían a la cárcel. El desarrollo de la novela se ubica en la Andalucía rural de los años 60, en pleno franquismo, donde el caciquismo se convierte en instrumento de poder para sojuzgar a la clase más desfavorecida, ofreciendo al lector la cruda realidad del campo andaluz.

LA BASE

Editada por la editorial francesa Grasset en 1971, estando doña Luisa Isabel Álvarez de Toledo en el exilio, tras padecer la cárcel franquista por manifestación ilegal, la novela se sitúa en el pueblo andaluz de Rota, que vivirá un proceso de transformación socio-económica debido a la imposición de una nueva cultura, la americana.

La Base, no es más que el nombre que dará origen a esta transformación, pues tras el acuerdo firmado por Franco con el gobierno EE.UU, este rincón de Andalucía será elegido como punto estratégico, donde se asentará la base militar que habrá de controlar estratégicamente, hasta nuestros días, todo el flanco oriental del Pacífico. Teniendo en cuenta todo ello, la sociedad roteña pasará de su forma de vida rural, anclada en el viejo régimen, a la edad moderna, a la que deberá enfrentarse, con todo lo malo y bueno que ello conlleva.

LA CACERÍA

Con la publicación de esta novela, editada en 1977 por Grijalbo, a la vuelta del exilio de la autora, se cierra la trilogía comenzada con la novela La huelga. De corte realista, la autora nos muestra el retrato de una clase social, nacida bajo los auspicios del estraperlo y la de una nobleza decadente, que supo sumarse al carro del poder franquista.

Su hipocresía y su falsa moral con la clase más desfavorecida, serám el hilo comnductor que nos introduce al mundo de las apariencias, cuyo efecto golpea a los individuos que caen en sus redes. Una vez más, la voz crítica de la autora se hace oír con toda su fuerza, en una obra que a nadie dejará indiferente.

PRESENTE INFINITO

Obra de madurez intelectual que se desarrolla durante el periodo de la transición española, vista con mirada introspectiva, donde quedan reflejadas las contradicciones tanto individuales como colectivas de los personajes.

Berta será la conciencia crítica de un mundo que se está fraguando, pero que no se puede olvidar su pasado reciente, lleno de ataduras éticas y morales. Ello hará que los personajes se encuentren ante su propio espejo, sacando a la luz sus contradicciones, sumergiéndolos a menudo en la desesperación.

LA ILUSTRE DEGENERACION

Inspirada en una serie de crímenes cometidos en los años 90, donde el caso Alcocer se erige como principio de todos ellos, se refleja de modo virulento los resortes que mueven a algunos individuos a disponer de la vida ajena, escondidos tras un cargo, un apellido o simplemente tras unas falsas apariencias.

Análisis podría decirse, cuasi criminalístico, donde queda patente el cómo y el porqué las patologías criminales no distinguen de clases sociales, pudiendo caer en uno u otro bando, con la salvedad de que no siempre el criminal es aquél que la sociedad señala.

PALOMARES

Esta obra fue escrita en 1968, dos años después del accidente de las bombas de Palomares. El 17 de enero de 1966, esta aldea almeriense fue sacudida por el estallido que causaron dos aviones militares norteamericanos al chocar en pleno vuelo, un B-52 y el avión nodriza que lo abastecía de combustible. El primero transportaba 4 bombas de hidrógeno, explotando dos de ellas, que se esparcieron en el medio ambiente.

De las consecuecias y de como fue tratado el temapor la prensa franquista, nos dan cuenta estas páginas, escritas con estilo periodístico, devolviéndonos a una realidad, que no está tan lejana.

MI CÁRCEL

Tras el suceso de Palomares,doña Luisa Isabel Álvarez de Toledo organizaría una manifestación, considerada ilegal por el franquismo, que la conduciría a la cárcel y posteriormente al exilio.

     La obra recoge su estancia en prisión, tanto en Ventas como en Alcalá, mostrándonos la cruda realidad del día a día, de un mundo lleno de contradicciones.